PICOS DE EUROPA "LA PERRU, EL CABLE Y EL PUNTO DE INFLEXIÓN"

¿¡Qué no dejan subir perros?! ¡No me jod...!
Estábamos los cuatro a la cola del cable de Fuente Dé, cuando caímos en ese pequeño detalle. Y la perru venía conmigo. Después de descartar entre otras muchas opciones peregrinas como la de subirme yo sola por las zetas, decidimos meterla en la mochila y rezar.
Acababan de abrir el funicular y todos los que hacíamos cola estábamos deseando llegar arriba. Los que estaban delante y detrás de nosotros en la cola sabían perfectamente que "la perru", Pakita un Yorkshire muy montañero, estaba metida en la mochila. Félix, Padi y Marmota se repartieron mi comida y agua y me rodearon cual guardaespaldas. Teniendo en cuenta que mido metro y medio... se me veía poco. Además sabía por las caras de complicidad y las sonrisas de los demás allí presentes que solo tendría problemas con los tíos de la puerta de la cabina y el que sube dentro.
La verdad es que lo pasé nerviosita perdida, todos allí disimulando, no solo mis amigos, a los demás les faltaba ponerse a silvar mirando al techo...
Pasé a la cabina en medio del grupo y ya dentro me coloqué justo al otro extremo de donde estaba el responsable. Claro era muy de mañana y la gente no hablaba entre ella, algún carraspeo o estornudo y poco más. Y yo rezando porque la perruna no gimiera o diera un ladridito allí metida con el huequito justo para sacar en hociquillo y tapada con mi pañuelo verde...
Llegamos arriba, estábamos a punto de conseguirlo. La misma jugada para salir y... ¡Yupi! !Lo conseguimos!
No hay nada mejor que una ración de adrenalina para empezar el día.

Aquí todavía íbamos de excursión...

Teníamos pensado hacer una circular de 4 o cinco horillas porque habíamos dejado a dos compis abajo que se querían tomar el finde más relajado. 
Así que comenzamos a subir por la pista que va hacia el hotel refugio de Áliva. Por la pista nos pasaban BTTs, hacía un día soleado, precioso. Cogimos la Canal del Vidrio y allí arriba cuando ya la habíamos pasado y se nos había olvidado que nos habíamos dejado el buche fuera subiendo... En uno de esos momentillos que te paras para tomar unos panchitos con miel, dar un traguito de agua, contemplar el paisaje y sacar el mapa.... Ocurrió lo que tenía que pasar.
Félix, él dice que no, pero yo sé que sí, llevaba en la cabeza hacer algo...más chuli. Y aquél fue el punto de inflexión. Con el mapa extendido, en medio de nuestras plateadas moles de piedra, con la mano en la barbilla, dijo:  ¿Y si....?

¡Acabábamos de presenciar el Punto de Inflexión!

No había terminado de decir la frase cuando los tres respondimos !Venga!
La idea era atravesar el Macizo Central pasando por las Coteras Rojas, la Collada Bonita, Jou tras el Picu,  Refugio de Urriellu, Collado Pandebano por el Refugio de la Trenosa. Y de allí pista a Sotres.


Las Coteras Rojas, una zona de simas con una magia expectacular

¡Hacia la Collada Bonita!
Lo primero fue tirar de móvil. Si el primo de Félix tenía a bien conducir hora y media larga para recogernos en Sotres genial! Pero había que pedirle el favor...

Y como hoy desde que subimos en el funicular todo nos salía a pedir de boca, Roberto nos dijo que si.
Fue una ruta preciosa, espectacular, dura pero no matadora ¡aunque la Collada Bonita tiene su enjundia!
Posiblemente lo peor fue el calor que hacía.


La perru se convirtió en la prota de la ruta. A la gente le sorprende ver un perro tan chico por esos lares y enseguida se preocupan por ella. Yo la cuido mucho, en ocasiones la meto en la mochi, cuando la piedra de Picos ya va haciendo mella en sus patitas y lija sus pequeñas almohadillas. La doy agua a cada rato, más a menudo que a mi, y ella siempre siempre se ocupa de mantener al grupo unido. Yendo a la carrera desde el primero al último, para que no nos separemos y si eso ocurre ya se encarga de hacérselo saber a los primeros. Es la pera mi perru perruna.


El Urriellu nos dejó en silencio. Se escuchaban las voces de los escaladores, motitas de colores sobre la pared caliza brillante. Pasamos por su lado y ya lo que nos quedaba aunque largo era llano y cuesta abajo.

Pasado el Urriellu, todo cuesta abajo

Paramos en el Refugio de Trenosa. Unas cocacolas, cervezas y agua de la fuente. Un ratejo para descansar y al rato llegamos al aparcamiento donde acaba o empieza, según se mire la pista que lleva a Sotres. 
Pufff! ¿Y después de esta palicilla hay que chuparse esta pista?! ¡Qué bajón!

Pero... como no hay dos sin tres, me mandaron a probar suerte con el autostop. Que en realidad no lo fue, ya que el chaval más asturiano que las fabes con almejas, estaba a punto de salir del aparcamiento y era el único con monovolumen para caber los cuatro. Así que me abalancé sobre el capó, me quité el pelo sudoroso de la cara, puse mi mejor sonrisa y con voz suave y melodiosa le dije: ¿Serías tan amable de bajarme a Sotres? A lo que él respondió que si claro. Y... ¿a mis tres amigos y al perro? ¡Todos arriba!
A mi me tocó ir atrás en el maletero con la perru, la tabla de surf, el neopreno, las botas de montaña, los arneses... ¡Dios! ¡He subido al coche de mi alter ego! ¡Qué envidia me dio! De la playa a la montaña en un santiamén.

A mitad de la pista nos cruzamos con Roberto y nos cambiamos de coche. 
Había sido un día redondo.

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