Imaginad por un momento que el mar avanza imparable inundando Los Pirineos. Tras el cataclismo todo queda en calma y contemplamos el nuevo paisaje que ha sido creado. Los valles ya no existen, Ordesa está bajo millones de metros cúbicos de mar, cada recoveco ha sido rellenado de agua salada. Sin embargo para nosotros esas montañas siempre han pertenecido a Tierra a dentro y además no concebimos el mar sin su brisa marina, sin olas, o el mar sin horizonte.
Lo que ves ahora son solo los últimos 800m de las montañas más altas rodeadas de agua calma, como un espejo ocuro, sin olas, sin sonido de mar. Sin playa. Los picos más escarpados que antaño veías desde el fondo del valle ahora están practicamente al alcance de tu mano.
Eso son Las Islas Lofoten.