¿¡Qué no dejan subir perros?! ¡No me jod...!
Estábamos los cuatro a la cola del cable de Fuente Dé, cuando caímos en ese pequeño detalle. Y la perru venía conmigo. Después de descartar entre otras muchas opciones peregrinas como la de subirme yo sola por las zetas, decidimos meterla en la mochila y rezar.