Kaikoura |
Kaikoura: Una bahía brutal, escoltada por una barrera de montañas
ya con las cimas espolvoreadas de nieve. Con un paseo costero por el
borde de los acantilados y que después recorrimos por su base esquivando
a las dormilonas focas y que terminamos al tiempo que se ponía el sol
en la bahía dejándonos una maravillosa postal para el recuerdo...
Kaikoura |
Queens Charlotte Track: En los Sounds, exactamente en Portage Bay. Los fiordos del norte de la isla Sur.
El primer acercamiento resultó emocionalmente duro. Para los dos. De
repente a poca distancia podía ver la playita donde M. vivió una de sus
experiencias más intensas. Se me puso la carne de gallina y un nudo en
el pecho. Y me sentí una intrusa en su realidad. En serio fue como: ¿qué
haces?, no tienes derecho a pisar esto, lo ensuciarás en sus recuerdos.
Aquello era su santuario. Y a la vez él lo veía en la distancia y ya no
era lo mismo. Ahora estaba acompañado y los recuerdos y las emociones
le pegaron fuerte. ¡Quiero compartirlo todo pero no puedo!
Recordamos una hermosa lección. El quererse implica respetarse al máximo
y llevándolo a la práctica aumenta la comprensión, el cariño y el
respeto.
Mirador 360º Eat Well. Los Sounds. |
El día siguiente sin embargo, haciendo una ruta nueva para los dos
resultó fantástico, puesto que estábamos creando algo en común y lo
compartíamos al 300%. Caminamos sobre los fiordos y pudimos ver todo
desde lo alto: el mar, los bosques y el sol brillando. Una pasada. Y aún
la alargamos un poco más haciendo una mini circular para bajar entre la
selva de fern trees más
espesa que había visto nunca hasta una cala remota en la que ¡cómo no!
había un chiringuito y una española trabajando en él! Y es que donde
haya un chiringuito...por muy lejos y escondido que se haye... ¡¡allí
llegaremos los spaniards!!.
Top Trees |
Nuestro backpackers "Top trees" resultó en realidad un mini apartamento
encajado en la selva. La primera noche lo compartimos con una alemana y
la segunda con una pareja de australianos maduritos. Todos encantadores.
Pero como nos ha ocurrido en otros muchos lugares, en cuanto nos dan una
choza, la hacemos nuestra y la disfrutamos al máximo. Recuerdo la cabin
de "as laranjeiras" o la "residencia Mateus" en Flores... Siempre
me pasa lo mismo: me veo desayunando tranquilamente mientras hablamos
de lo que vamos a hacer o de lo que vimos ayer, o nos hacemos bromas, o
simplemente miramos al horizonte, siempre verde o azul... y deseo, deseo
con toda mi alma que mi vida se convierta en un desayuno interminable.
Salimos con toda la calma del mundo de los Sounds. Parando en cada cala, sentándonos al sol frente al mar, escuchando a mi pajarito, bañándonos. Bueno, solo M. A mi ese agüita fresca con rayas y medusas y bacalaos no me llamó.
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