Me recordaba a Madeira aunque menos urbanizada y
más rural. Me gustó mucho el aire que respiraban sus gentes, sus
pueblos. Tardamos dos días en llegar, pero los aprovechamos al máximo. Fue en Semana Santa.
La isla es de origen volcánico. Zonas húmedas de laurisilva, levadas. Si,
aquí también como en Madeira. Los nacimientos de las surgencias del Marcos y Cordero. Espectaculares. Y grandes
paisajes volcánicos de conos, cráteres, grava, ceniza volcánica, olor a
azufre y calor sofocante.
Las rutas siguiendo levadas son de lo más divertido. Te aseguras un mínimo esfuerzo, puesto que no se encuentran zonas de mucha pendiente, paisajes espectaculares ya que normalmente vas pegado a la pared de un cortado o la ladera de una montaña, con lo que las vistas suelen ser muy aéreas y ¡agua, agua, agua! Además del plus de tener que atravesar túneles bajo cortinas de agua y no de mucha altura. Toda una experiencia que no os deberíais perder.
El tiempo en la Palma durante esos días... Consistió en pasar por las cuatro estaciones cada día. ¡Incluído el invierno en clima de Montaña!
Las sendas a través de los cráteres, con la vegetación invadiendo el terreno, la roca roja, granate y negra, la niebla... Le dió a aquellas rutillas un ambiente misterioso... La ruta del Teneguía. Primero en ascención hacia su cráter y después descenso entre el campo de lava hacia el mar... Brutal. La ruta que nos introdujo en la Caldera de Taburiente. Más de 1000m de desnivel al bajar que dejaba las rodillas hechas fosfatina. Pero ya sabemos que todo esfuerzo requiere su recompensa y pasear por la Caldera merece mucho la pena. La bajada una vez sales de la zona dominada por el pino canario se convierte en un jardín gigantesco... Aparte de estas rutas básicas caminamos por el Cubo de la Galga, el volcán Bejenado, La Reserva Natural de Guelguen y un barranco que no recuerdo el nombre... En el Roque de los muchachos no he pasado más frío en mi vida, el viento gélido las nubes húmedas que se congelaban según tocaban el suelo, la lluvia... ¡Qué frío! Pero qué bonito... |
Merece muchísimo la pena esta isla. Lo tiene todo. Incluso poca gente.
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