Casi sin darnos cuenta nos habíamos fundido la mitad de los días en Santorini y a mi me apetecía un montón ir a Milos. Todo lo que había leído de la isla me llamaba la atención: Una isla alejada del circuito turístico, una costa expectacular llena de grutas, acantilados de colores, pueblitos blancos encantadores, playas de arena fina y blanca... en fin que Milos me llamaba.