STRÓMBOLI: La Joya de las Eólias

Stromboli

Cuando el Ferry nos dejó en Strómboli, practicamente desde el embarcadero ya tuvimos una visión general de tooda la isla. 
Strómboli es un volcán activo. Y nada más. 
¡Y nada menos!
Una diminuta isla cónica, con dos poblaciones pequeñas a sus pies. Casas encaladas y azul añil de formas redondeadas, delicadamente decoradas. Las calles estrechas y empedradas con roca volcánica negra contrastando con el blanco de los muros de las casas. 

 


Y para redondear la paleta de colores buganvillas amarillas, magentas y azules, limoneros de un verde brillante con los limones más hermosotes del mundo.
Difuminados aquí y allá te topas con corazones dibujados en las paredes del pueblo. Unos grandes corazones cuya parte superior asemeja la erupción del volcán.
 En Strómboli los vecinos han decidido apostar por un estilo de vida natural, ecológico, tranquilo.  No utilizan la luz eléctrica en las calles del pueblo pues no la consideran necesaria, sus coches-carro son eléctricos y se toman la vida con calma, desayunando en el café del puerto con los vecinos. Una verdadera maravilla.


 

 

Las barquitas de pescadores descansan sobre la playa de arena volcánica, negra, destacando como cajitas de madera pintadas de brillantes colores. 
Sólo ésto son razones suficientes para pasar unos maravillosos días en esta isla pero... ¡Aún hay mucho más! 
Continuando por la calle principal del pueblo hacia las afueras, si es que en este lugar se puede hablar de "afueras", la calle se convierte en camino que por la falda del volcán va subiendo poco a poco hasta llegar a una serie de miradores desde los que si te acercas al atardecer, no solo podrás contemplar la puesta de Sol, sino que irás poco a poco vislumbrando la lava de Stromboli.

Y cuando definitivamente ha oscurecido y si hay luna no necesitarás linterna, te quedarás estupefacto al ver desde aquellos miradores, las explosiones del volcán y la lava rodando por la ladera hacia el mar...
Y es entonces cuando absolutamente emocionada gritas: ¡Yo quiero subir arriba! Y ya tienes plan para el día siguiente.
Cada aproximadamente veinte minutos llegaba la explosión.
Volvimos al Bed&Breakfast y tardamos en conciliar el sueño. Emocionados como estábamos, sabiendo que aquellas lejanas explosiones que se oían, eran del volcán escupiendo lava...

La subida al volcán por tu cuenta está prohibida. Hace unos años si lo permitían, pero los accidentes e incluso muertes de turistas por no mantener unas medidas de seguridad adecuadas y la necesidad de controlar el ecosistema tan delicado que forma la isla, han hecho que la subida al volcán se haga en grupo, con guía y cerciorándose de que subes con equipo adecuado: Botas de montaña, ropa de abrigo y linterna o frontal.  Ellos aportan el casco  y mascarillas.


La subida comienza al atardecer. Para que la llegada al cráter sea de noche y puedas disfrutar de toda su expectacularidad.
Arriba, ya de noche cerrada, nos parapetamos tras unos muros protectores donde resguardarte del gélido viento que sopla, abrigarte bien, ponerte el casco y coger la mascarilla. Y entonces... a esperar en el borde. A esperar que el cráter principal estalle bajo tus pies justo en el ratillo que tú vas a estar allí antes de morir por congelación.
En nuestro caso el volcán se hizo de rogar y ya cuando nos disponíamos a marcharnos metió un rugido que nos heló la sangre (aunque ya estábamos helados por fuera). ¡Mereció la espera!


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