Una levada abandonada. Un vergel. |
En estos últimos años he viajado a muchas islas.
Mi primer viaje a una isla como adulta fue a Tenerife. Una amiga estudiaba allí y yo buscaba naturaleza donde perderme. Fue en Semana Santa. Una semana preciosa, donde de la mano de biólogos de bota recorrí cada rincón y aprendí un montón de cosas. Subí al Teide y pisé mi primer bosque de laurisilva. Nunca olvidaré que el Taginaster me da reacción alérgica si toco la hoja peludita y suave y que el rayo verde si existe. Dice la leyenda que dos personas que lo vean a la vez quedarán automáticamente enamoradas la una de la otra...
Ahora de nuevo una isla sería el paisaje donde recomponer mi vida. Madeira gracias al consejo de "Ali". Siempre he sentido que rodeada de naturaleza, pisando monte yo soy más yo y mi energía fluye mejor. Y así es, pero no a todo el mundo le pasa lo mismo. Ya ves.
Esta vez viajábamos en un grupo de 9 personas. Dormíamos en un hotel de Funchal, la capital y cada día salíamos temprano para subir una levada, un pico o descender un cañón. ¿Recordais a los Fraguels? En sus galerías vivían unos seres diminutos "Los Curris" que se dedicaban a construir y construir sin cesar. Pues a mí, Madeira, me recordaba a las construcciones de los Curris. Puentes, túneles, carreteras, casas y cemento por doquier. Y la naturaleza de vez en cuando se encarga de destruirlo con inundaciones, corrimientos de tierra o incendios.
La punta de Sao Lorenzo |
La isla es de carácter volcánico, lo que le otorga un paisaje y forma características. Es un vergel, menos como dijo un amigo, ese brazo de tierra árido que colgaba del sureste de la isla como el cordel de una cometa,La Punta de Sao Lorenzo. De colores negro, granate y amarillos destacando sobre al azul del océano. Y que recorrimos el último día del viaje.
El hombre desde hace siglos dominó el agua en la isla y creó las levadas que transportaban ésta desde las cimas de las montañas o las surgencias de agua hasta las ciudades a través de canales que en suave pendiente hacían que el agua fluyera siempre por ellos. Ahora algunas de esas levadas aún en funcionamiento también se han convertido en senderos maravillosos para recorrer la isla de cabo a rabo.
Cada día subíamos por una diferente: a un lado la pared tupida de musgos, líquenes, hongos, plantas trepadoras, helechos y el canal con su corriente de agua. Al otro lado el vacío, la caída por la loma, el vergel, la selva, los dinosaurios voladores... bueno, esos en mi imaginación. En muchas ocasiones las levadas transcurrían por túneles de poco más de un metro de altura, chorreando agua por las paredes. Genial.
Y siempre al final de cada ruta, la recompensa: una piscina natural entre rocas de lava negra, una piscina con el borde al ras del mar y fiestas en el pueblo. ¡Benditas espetas! Playa de rocas y chiringuito o baño en la piscina del hotel con los amigos.
Ribeira Seca- Porto da Cruz:
Esta levada comienza en el pueblo de Conical, pegado a un túnel de la carretera. El sendero se va adentrando poco a poco en suave pendiente hacia el fondo del valle a través de los huertos hasta llegar al collado que dejaba ver de golpe el mar bajo nuestros pies. A derecha e izquierda lo que había sido hasta ahora un valle encantador se había convertido en un cortado por el que caminaríamos a mitad de pared, por una faja que en ocasiones dudo que superara el medio metro de anchura. A la derecha el mar, a la izda. la pared. Ruta aérea como pocas por la que se llegaba a Porto. ¡En fiestas y con piscinas naturales!
Ribeiro Frío - Portela:
Una senda agradable y suave a través de la naturaleza más frondosa.
Pico Ruivo se quemaba. La orografía de la isla y los pocos medios técnicos hacen que en muchas ocasiones los incendios normalmente provocados por la quema de rastrojos en las huertas, arrasen con las zonas altas de la isla a las que solo se puede acceder por estrechas sendas o helicópteros. El caso es que entre los incendios, las riadas y el ladrillo a este Paraíso se lo ponen cada vez más difícil.
En sustitución subimos al Pico del Aguila y terminamos en la Piscina natural de Fial.
El Caldeirao Verde :
Una de las rutas por levadas más famosas de la isla. Impresionante. Rodeados de vegetación exuberante, con la levada a nuestra izquierda y agua chorreando por la pared cayendo mansita en el canal. El musgo más espeso y grueso y brillante y verde y hermoso que he visto nunca. ¡Y los túneles! Tan divertidos, agradeciendo el agua y el frescor que otorgaban a cambio de los trechos en los que el sol y la humedad hacían un tanto sofocante el camino. Y así suavemente llegamos al comienzo de la levada: El Caldeirao Verde. Una cascada y su poza entre paredes circulares y vegetación por todas partes. El Paraíso.
Las 25 Fontes y Porto Moniz (piscina natural)
Una levada del estilo de la anterior, solo que al final en vez de ser una sola cascada, son 25!!
Punta do Sol:
De nuevo se trataba de seguir una levada desde el pueblo hasta su nacimiento en la surgencia de un río en la montaña, adentrándose por un valle y subiéndolo poco a poco, siguiendo el suave desnivel de la canalización.
Punta de Sao Lorenzo:
Como un viaje a otro planeta. Así te sientes cuando después de una semana rodeada de agua, cascadas y verde por doquier te plantan en la mismísima Parrilla donde asaron a San Lorenzo. Hasta el aire quemaba. Una punta de tierra volcánica sin vegetación y totalmente colonizada por miles de lagartos verdes sin ningún pudor a arrancarte de las manos tu pieza de fruta o tu salchichón. ¡Que estos mutantes no le hacían ascos a nada!
Agua y más agua |
Helechales en agosto... |
Una levada del estilo de la anterior, solo que al final en vez de ser una sola cascada, son 25!!
"De sangre y lágrimas son hechas estas levadas" |
Piscinas naturales entre la lava. |
De nuevo se trataba de seguir una levada desde el pueblo hasta su nacimiento en la surgencia de un río en la montaña, adentrándose por un valle y subiéndolo poco a poco, siguiendo el suave desnivel de la canalización.
Punta de Sao Lorenzo:
Como un viaje a otro planeta. Así te sientes cuando después de una semana rodeada de agua, cascadas y verde por doquier te plantan en la mismísima Parrilla donde asaron a San Lorenzo. Hasta el aire quemaba. Una punta de tierra volcánica sin vegetación y totalmente colonizada por miles de lagartos verdes sin ningún pudor a arrancarte de las manos tu pieza de fruta o tu salchichón. ¡Que estos mutantes no le hacían ascos a nada!
Todo esfuerzo merece su recompensa ¿no?
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