Parque Nacional de Torres del Paine. Región de Magallanes y de la Antártica Chilena.
Campo de hielo Patagónico Sur.
Fue junto con el de Perú, uno de los viajes más emocionantes que he vivido. Por lo duro de la zona y por las dificultades añadidas.
Preparamos un viaje de los buenos. Hacer la circular en #Torres del Paine. Pasaríamos la Noche Vieja viajando y en refugios de montaña. Dicen que tu año será tal y como lo termines. La Noche Vieja anterior la pasé viajando y ésta también lo haría. Mi suerte está cambiando.
De nuevo os remito al Blog Grandes Viajes para los detalles de alojamiento, transporte, dinero...
Llegamos después de un largo viaje al extremo Sur del Continente Americano.
La aproximación la hacíamos desde #Puerto Natales. Desde el primer momento aquél pueblecito me recordó mis días en Perú. Las calles de arena, los comercios apiñados, las casas bajas y a medio hacer...
¡Me encanta este mundillo!
Llegamos al comienzo del camino. Mochilas petadas de peso, comida, cocina, ropa de abrigo, saco... La mía pesaba demasiado. Siempre peco de lo mismo. Pero esta vez os aseguro que aprendí la lección.
La ruta estaba bien marcada, atravesábamos grandes valles, mi favorito el Daisy Valley como le apodamos. Ibamos rodeando las grandes Torres del Paine a las que nos enfrentaríamos casi al final de la ruta. Siempre a nuestra izquierda. Siempre vigilantes.
Daisy Valley |
Avanzamos siguiendo el curso de los impresionantes ríos formados por el deshielo de los grandes glaciares de este parque. Estos ríos son de un color azul lechoso bellísimo.
En una ocasión fue curioso. Nos encontramos dos lagos creados de distinta forma. Los podíamos ver a la vez porque estábamos por encima de ellos y estaban solo separados por una pequeña colina. El lago glaciar era de color turquesa lechoso y el otro creado por arroyos de montaña de color azul oscuro, casi negro.
Mientras caminábamos una media de 6 u 8 horas diarias comíamos nuestro ya tan recurrido mix de frutos secos y frutillas deshidratadas con chocolate, que dan un montón de energía. Aprovechábamos para cocinar en las cenas y alguna infusión en los desayunos. ¡Esto es vida!
Nuestro hotel cinco estrellas fue el refugio Dickson (en la foto, en el prado del medio). Desde allí nos acercamos al que fue el primer glaciar de mi vida, el Dickson (misma foto, al fondo a la derecha).
Refugio y Glaciar Dickson |
Continuamos avanzando hacia el campamento Perros, subiendo, subiendo para acercarnos al glaciar Puma. A nuestra derecha un río bravo y muy caudaloso, atravesando un bosque fantasmagórico, lleno de sonidos y sin parar de llover...
Tan cerca del otro lado... |
Aquí la naturaleza nos dió su primer toque. Al llevar lloviendo tantas horas el río que debíamos vadear para tocar el Glaciar Puma había doblado su caudal y su fuerza. Nos era imposible cruzar. Derrotados sin haber podido intentarlo regresamos al campamento. No importa, mañana veríamos el Campo de Hielo Patagónico Sur y el glaciar Grey. El más grande del parque.
Amaneció el 29 de Diciembre en el Perros y por el walkye le dijeron al chaval que cuidaba el campamento que debíamos salir por patas de allí. El parque estaba en llamas y corríamos peligro. El parque se evacuaba. Pero como no podían entrar con vehículos a rescatarnos, teníamos que salir por nuestro propio pie.
¡Y habíamos tardado 4 días en llegar hasta allí! Y nos pedían que lo hicieramos en dos...
Regresamos al Dickson junto con los mochileros que quedaban en el Perros y los que se resistían a salir del parque. Desde nuestra posición en el Dickson no sentíamos el peligro del fuego porque estaba al otro lado de las Torres, pero el fuego estaba descontrolado y con el fuerte viento perenne en la zona era posible que pasara a nuestro lado.
"A fines de 2011, el Parque Nacional Torres del Paine nuevamente fue víctima de un enorme incendio forestal, que al 30 de diciembre ha consumido más de 11 mil hectáreas.3 El gobierno chileno agradeció la ayuda de la Argentina en su intento de contener este último incendio, cuyas proporciones requirieron el apoyo internacional"
Y allí estábamos nosotros. Los guardas del refugio tampoco tenían información clara y todos nos preguntábamos si sería posible aguantar allí hasta que lo controlaran. Pasamos un día más allí haciéndonos los "tontos" hasta que el refugio comenzó a cerrar. Nadie se quería volver.
Y así comenzó nuestro éxodo del parque. La tristeza nos envolvía por dentro y la lluvia que caía aquí y NO donde debía que era al otro lado del parque, nos calaba por fuera. Era 31 de Diciembre.
Llegamos al campamento Serón y nos colamos en el cuarto ya abandonado por los guardas. Según llegaba la gente les íbamos avisando y así acabamos unas 20 personas en un habitáculo preparado para 8 como mucho. ¡¡Pero era Noche Vieja!!
Mi Palacio de Noche Vieja. Campamento Serón. |
El ambiente se fue caldeando, comenzamos a inspeccionar el lugar y descubrimos la despensa con la comida incluida para aquella cena tan especial. ¡Los guardas lo habían dejado todo allí!
En seguida hicimos piña los 4 españoles y los 5 chilenos y algún otro alemán. No se unieron a la fiesta ni los israelitas ni la holandesa protestona.
Y aquí empezó la mejor Noche Vieja de mi vida. El vino y las cervezas junto con nuestros frutos secos fueron el comienzo de una gran noche que con un poquito de buena voluntad acabó con un cordero al horno y patatas asadas y de postre macedonia de frutas para todos.
¡Me lo pasé genial preparándolo todo! Fue tan bonito, gente que no nos conocíamos de nada y que el destino quiso juntarnos allí para pasar nuestra última noche del 2011.
Por la mañana, con resaca y luciendo el sol, lo recogimos todo y pusimos algo de dinero en la caja de las tips con una nota de agradecimiento. Yo nunca, nunca olvidaré esa noche. Fue superespecial para mi.
Ya preparados continuamos el camino hacia donde se suponía que nos esperaban con autobuses para sacarnos de allí. Y para más recochineo tuvimos que atravesar otro valle, el de "la desolación" . Un valle calcinado desde hacía 4 años, lleno de esqueletos plateados de troncos de árbol aún erguidos pero muertos.
Pequeños esquejes brotaban del suelo de unos 40 cm. ¡En 4 años 40 cm! Era tan triste... tan doloroso... Los escarabajos peloteros eran el único bicho que veíamos en el camino. A la izquierda el río, a la derecha las Torres a las que ya nunca llegaríamos.
El ejército nos esperaba a la entrada del Parque con un autobús. Pasamos largas horas hasta que fuimos llegando todos los mochileros. Cuando salimos en aquél autobús se respiraba la tristeza en el ambiente...
Dos días después nos encontrábamos metidos en un cascajo de coche a toda velocidad, junto con los dos españoles y Fernando el Chileno camino del Campo de hielo Patagónico Sur.
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